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A veces las historias, y más en la novela negra, contienen un grado de perversidad que va más allá del mal propiamente dicho. Hay lugares que respiran, cuadros que nos
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A veces las historias, y más en la novela negra, contienen un grado de perversidad que va más allá del mal propiamente dicho. Hay lugares que respiran, cuadros que nos miran, mansiones que no quieren dejarnos salir de sus puertas. Y cuando esas puertas se cierran (o se abren) lo que llega a este mundo es algo para lo que no estábamos preparados Y eso que nos avisaron.